Camberra.- El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, amaneció como un hombre libre tras pasar su primera noche en Australia, donde llegó la víspera tras declararse culpable de espionaje ante un tribunal en un territorio estadounidense en el Pacífico, y con el objetivo ahora de buscar su perdón.
En Camberra, una ciudad tranquila pese a ser la capital de Australia, todo volvió hoy a la normalidad tras la dramática llegada de Assange, mientras que los periodistas trataban de buscar declaraciones de familiares del fundador de WikiLeaks a pesar de que su mujer, Stella, pidió ayer que respeten su privacidad.
En las calles, algunos viandantes se negaron a comentar a EFE la puesta en libertad de Assange, aunque otros australianos celebraron con júbilo su vuelta a su país natal.
“14 años muy tarde” o “ya era hora”, dijeron este jueves a EFE Steve y Eleonora, respectivamente, mientras que Peter remarcaba que su vuelta a Australia “es una noticia maravillosa”.
Aunque el futuro de Assange, de 52 años, es incierto, Steve espera que Julian Assange “siga hablando en favor de la libertad de prensa”.
La mujer de Assange, la abogada hispanosueca Stella Assange, pidió anoche “tiempo” y “espacio” para que su marido pueda recuperar su salud tras 14 años de litigios legales en Reino Unido, donde estuvo siete años refugiado en la Embajada de Ecuador y cinco en una cárcel de alta seguridad.
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Planes de Assange para el futuro
En una rueda de prensa en Camberra, Stella Assange también dijo que el objetivo en el futuro será, por el interés de la libertad de prensa, presionar para que Estados Unidos reforme la Ley de Espionaje y aplique el perdón a su marido.
Los abogados del fundador de WikiLeaks, que hizo públicos supuestos crímenes de guerra de EE.UU. con la mayor filtración de documentos confidenciales de este país, celebraron ayer que Julian Assange lograra su libertad tras el acuerdo con la justicia estadounidense, pero advirtieron que el caso sienta un peligroso precedente para la libertad de prensa.
Uno de sus abogados, Barry Pollock, indicó que la Ley de Espionaje prevaleció sobre la libertad de expresión e información contenida en la Primera Enmienda en Estados Unidos y subrayó que la vista en el tribunal de las Islas Marianas del Norte (territorio de EE.UU.) demostró que las filtraciones de WikiLeaks no provocaron daño a ninguna persona.
Durante años, las autoridades de Estados Unidos y detractores del fundador de WikiLeaks le han acusado de poner en peligro a informantes y otras personas al filtrar decenas de miles de documentos y cables secretos o de contenido sensible.
La travesía de Assange
Assange aterrizó en el aeropuerto internacional de Camberra en un vuelo chárter ayer alrededor de las 19.40 hora local (9.40 GMT), después de un largo viaje que comenzó el lunes en Londres y que le llevó a realizar el martes una parada técnica en Bangkok antes de comparecer en Islas Marianas del Norte como parte del pacto con EE.UU.
Assange se declara culpable como parte de un acuerdo con EE.UU. para volver a Australia
La libertad de Assange fue posible tras un acuerdo con el Departamento de Justicia de EE.UU. que quedó formalizado el miércoles durante una vista en un tribunal de Saipan, en las Islas Marianas del Norte, en la que se declaró culpable de violar la ley de espionaje estadounidense como parte del pacto.
En la vista, la magistrada Ramona Villagomez condenó a Assange a 62 meses de cárcel, reconociendo el tiempo ya cumplido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh (Reino Unido), por lo que quedó en libertad.
Una saga judicial de 14 años
Este episodio pone fin a una saga de 14 años que comenzó en 2010 con la mayor filtración de documentos clasificados de la historia de Estados Unidos, con la que WikiLeaks reveló ataques a civiles en Irak y en Afganistán, así como el maltrato de presos en Guantánamo, entre otros asuntos.
Detenido inicialmente en 2010 a instancias de Suecia por un caso de abusos hoy archivado, Assange estaba en medio de un complejo proceso de extradición a Estados Unidos, donde había sido acusado de 18 delitos que suponían una posible pena de más de 170 años de prisión.
EFE