La solución de los dos Estados para el conflicto entre Israel y Palestino es la mejor solución, la única solución quizás, pero sobre todo la solución por la que apuesta la Unión Europea desde hace años. Los ataques terroristas del 7 de octubre, y todo lo que ha ocurrido desde entonces, con las represalias israelíes que han dejado dos decenas de miles de muertos en Gaza, lo han hecho todavía más difícil, prácticamente imposible. Pero no hay alternativa, no al menos sobre la mesa. Eso es lo que pensaba y piensa todavía la UE, que si bien sigue dividida sobre cómo actuar, hasta qué punto criticar la reacción de Israel (tras haber condenado en los máximos términos posibles el atentado y sancionado aún más a Hamás) cada vez parece más decidida a incrementar la presión sobre Tel Aviv.
“Una vez completado, el Plan de Paz debe proponerse a las partes en conflicto. En ese momento, los Estados y organizaciones internacionales contribuyentes deberían establecer las consecuencias que prevén atribuir al compromiso o no compromiso con el Plan de Paz”, dice el artículo 11 de un documento de 12 puntos que el alto representante para la Política Exterior, Josep Borrell, ha distribuido a las 27 capitales para que los ministros de Exteriores lo discutan hoy en el Consejo que se está celebrando en Bruselas. Esto es: si Israel mantiene su veto, reiterado una y otra vez por su Gobierno en estas semanas y de forma muy explícita por Benjamin Netanyahu, debe haber consecuencias. Lo que los gobiernos deben decidir es cuáles.
La posición de la Unión en este tema es muy complicada. No solo por su división interna, sino porque en realidad ninguna de las dos partes, ni Israel ni las autoridades palestinas, la han considerado nunca un verdadero interlocutor, cada una por sus propios motivos. Entre los 27 hay varios bloques. Está el formado por Alemania, Hungría, Polonia y algunos otros que se resisten a condenar la intervención militar israelí, la muerte de miles de niños y a poner freno, de cualquier tipo. Creen que es interferir, que el país tiene derecho a defenderse como crea oportuno y que la prioridad es la derrota y extinción de Hamás. Por el otro lado se ha consolidado otro bloque, con Irlanda, Luxemburgo, Bélgica y de forma creciente España que exigen un alto el fuego, el fin de los ataques y bombardeos, que ser permita toda la entrada de ayuda humanitaria que sea necesaria. Y en medio, los demás, a veces más cerca de un lado, a veces del otro, pero tampoco dispuesto a aliñarse y ser tildados de lo que sea.