Por Yuberkis Guante Mieses
La violencia de género sigue siendo una de las principales amenazas contra la vida y la dignidad de las mujeres en República Dominicana. Frente a esta realidad, la reforma legislativa “Déjala Ir”, presentada en el Congreso Nacional, se perfila como una oportunidad histórica para enfrentar este flagelo con una mirada integral, preventiva y transformadora.
Esta iniciativa, liderada por Kimberly Taveras y más de 70 legisladoras de todos los partidos, trasciende lo punitivo para colocar en el centro la educación, la prevención y la justicia restaurativa. Se trata de una propuesta que va más allá de sancionar el delito, ya que busca atacar las raíces estructurales de la violencia.
Entre sus medidas más relevantes se encuentran la educación emocional y en igualdad desde los centros educativos, la creación de tribunales especializados en violencia de género, la capacitación de jueces y fiscales para tales fines, así como la implementación de un Fondo Nacional para Víctimas y terapia obligatoria para los agresores.
Dichas acciones, si se articulan correctamente, pueden marcar un antes y un después. Empezando por la educación emocional en las escuelas, en busca de formar generaciones más empáticas y respetuosas. Los tribunales especializados permitirían una atención más humana a las víctimas, mientras que el acompañamiento psicológico a los agresores puede prevenir reincidencias.
Sin embargo, esta reforma no puede quedarse en el ámbito institucional. Las familias también deben ser parte del cambio. La crianza es el primer espacio donde se siembran o se desarraigan los patrones de violencia. Por eso, es fundamental que madres, padres y tutores reciban orientación para educar en igualdad, respeto y violencia cero.
“Déjala Ir” viene a reforzar las medidas existentes, fortalecer el impacto de dichas acciones y garantizar la sostenibilidad en el tiempo.El Poder Legislativo, es el órgano responsable de crear las leyes que nos rigen como sociedad, Que sea desde el Congreso donde surja una iniciativa de esta naturaleza da esperanza de que ha llegado el momento de poner orden en casa, de asumir como nación el compromiso de erradicar la violencia en todas sus formas.
La reforma “Déjala Ir” debe verse, aceptarse y entenderse como lo que es: una oportunidad para construir una respuesta colectiva frente a la violencia que, de forma directa o indirecta, nos afecta a todos. Por eso es necesario que las instituciones cumplan su rol, las familias se involucren en la crianza consciente y la sociedad se comprometa con una educación que respete derechos, pero que también establezca deberes.
Solo así podremos hablar de resultados integrales, de una verdadera transformación social que supere la agresión y deje atrás una cultura que ha normalizado el abuso, abriendo paso a una convivencia basada en respeto y dignidad… empezando desde casa.