Olot (España). María Branyas Morera, quien durante el último año había ostentado el título de la persona más anciana del mundo y era la octava más longeva en la historia, falleció en la madrugada de este lunes en España a la edad de 117 años y 168 días, según informó su familia.
María fue incinerada este martes, y su hija menor, Rosa Moret, de 80 años, expresó: “Se apagó durmiendo, que era lo que ella quería y lo que todos queremos”.
La supercentenaria murió alrededor de las seis de la mañana en la residencia Santa María del Tura de Olot, donde había vivido durante aproximadamente dos décadas. Poco después, uno de sus yernos compartió un mensaje en su cuenta de X, que cuenta con más de 18,400 seguidores, que decía: “Y cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando de amor” (Tagore). El mensaje continuaba: “Me siento débil. Se acerca la hora. No lloréis, no me gustan las lágrimas. Y sobre todo no sufráis por mí. Ya me conocías, allí donde vaya seré feliz, pues de alguna manera os llevaré siempre conmigo”. Hasta el momento, la publicación ha tenido cerca de 80,000 visualizaciones y más de un centenar de mensajes de apoyo.
De acuerdo con la Asociación Gerontology Research Group (GRG), encargada de verificar a las personas supercentenarias (aquellas que han alcanzado los 110 años), once mujeres han vivido más que María Branyas, todas ellas ya fallecidas.
El récord de longevidad lo posee la francesa Jeanne Calment, quien murió en 1997 a los 122 años y 164 días. Le siguen la japonesa Kane Tanaka, que vivió 119 años y 107 días; la estadounidense Sara Knauss, que alcanzó los 119 años y 97 días; y la francesa Lucile Randon, que vivió 118 años y 340 días.
Las otras siete mujeres más longevas que María Branyas fallecieron a los 117 años, con pequeñas variaciones en los días.
Según Rosa, María Branyas vivió tanto tiempo porque “no ha tenido ninguna enfermedad”. Sobrevivió a la COVID-19 en 2020, cuando tenía 113 años, y se convirtió en la persona más anciana del mundo el 17 de enero de 2023, tras la muerte de Lucile Randon.
María era consciente de su longevidad, pero según Rosa, “le da igual, dice que de eso no tiene ningún mérito”. Rosa mencionó que desde el verano pasado, su madre había experimentado un notable deterioro, aunque no padecía ninguna enfermedad, solo la edad le había provocado una pérdida de visión, audición y memoria.
Desde hacía tiempo, María no podía caminar sola y pasaba la mayor parte de sus días sentada en una butaca de su habitación, donde recibía visitas de sus dos hijas y otros familiares cercanos.
María nació el 4 de marzo de 1907 en San Francisco (EE.UU.), hija de un periodista de Pamplona que trabajaba en la revista estadounidense Mercurio y en una publicación barcelonesa. En 1914, tras una travesía por Nueva Orleans y la pérdida de su padre en el camino de regreso a Cataluña, María vivió en varias localidades catalanas antes de ingresar hace más de 20 años en la residencia, donde también residía una amiga y prima de su marido.